01 diciembre 2008

¡Ay Señor, Señor... qué cruz!

¡Qué hartura! Cada vez que el Gobierno está con el agua al cuello, y van ya muchas en los últimos años, lanza a su partido a fijar la atención pública en algún clavo (no de Cristo) al que agarrarse para desviar la atención de su colosal incompetencia. Bueno pues, ya puestos, sean valientes de una vez: prohiban las procesiones y romerías, derriben esos horribles edificios que son las catedrales y las iglesias, arrasen el Camino de Santiago, eliminen las vacaciones de Semana Santa y Navidad, cierren los colegios de congregaciones religiosas, los asilos y hogares de acogida, repatríen (si se dejan) a los misioneros y misioneras, saquen de los museos las obras de arte sacro...y así educaremos a una juventud maravillosa. Y recuperen de una vez la memoria histórica: muchos de sus correligionarios del PSOE ya lo hicieron en su añorada República, incluidos unos cuantos miles de asesinatos... ¡Qué cruz!


Los intolerantes que son capaces de imponer a la mayoría su apetencia antireligiosa y de herir en sus sentimientos y creencias a la mayoría tolerante (para este asunto parece que la democracia no cuenta) no son capaces de argumentar y defender que su criterio es me jor que el de los demás, ni proponen alternativa educativa o moral alguna; simplemente esgrime n, medio avergonzados, que sólo desean "que se cumpla la ley".
Pues bien, no hay ninguna "ley" en la que apoyar su petición. Ni en el Código Civil n
i en la Constitución. Leanlos.

A estos ciudadanos tan respetuosos con la ley que siempre piden que se eliminen los crucifijos de los colegios públicos, argumentando que el
Estado es aconfesional (¡Qué tendrá que ver una cosa con la otra!) no los he oido nunca reclamar que se retiren de los cementerios, que también son edificios y servicios públicos. ¿Por qué tanto interés en quitarlos de la escuela y no de otros lugares? A lo mejor ha llegado la hora de plantar cara y pararles los pies a estos gallitos.

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