1ª.- En la en otro tiempo encantadora ciudad de Barcelona, la delincuencia y la prostitución campan a sus anchas. Sin el más mínimo rubor, en plena calle y a plena luz:


¿Cuántas denuncias y quejas se habrán presentado en los últimos tiempos en el Ayuntamiento y a los mozos de escuadra sin que nadie haya movido un dedo para solucionar el problema?

Aún recuerdo la sanción que le puso el ayuntamiento a un vecino del Raval por instalar una cámara simulada en su calle para evitar la delincuencia. Para multar si fueron rápidos.
Pero, ¡amigo! ha sido salir las pruebas gráficas de la situación en El país, y de inmediato, una redada publicitaria para quedar bien ante la opinión pública.

Sabemos de sobra cuál es su altura moral y el grado de cinismo que atesoran, pero por lo menos, ¿Por qué no disimulan un poquito y nos evitan pasar tanta vergüenza ajena?
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