
Una vez más, fiel a su objetivo de ningunear al Rey, de aparentar estar por encima, incluso de deslegitimarlo, y para darle gusto a sus apoyos separatistas, prescindió de S. M. un acto importantísimo. El soberbio presidente que nos ha caído no permite que nadie le haga sombra y, siempre que puede, trata de escenificar su supremacía ante el Rey.
Fíjense cuando aparecen juntos cómo ocupa, ya sin disimulo alguno, el lugar preferente según el protocolo:



Zapatero es el principal valedor de toda esa quincalla nacionalista que presume, proclama y pregona que "Cataluña no es España" y que, gracias a ZP, lo va a conseguir.

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