02 mayo 2010

Sin Franco no hay izquierda

Reproduzco a continuación una lúcida reflexión aparecida ayer en las cartas al director de un periódico de tirada nacional, en la que un ciudadano da en el clavo de los motivos de la izquierda para agitar el fantasma de Franco, 35 años después de fallecido, cada vez que está con el agua al cuello:

Es triste decirlo, pero la verdad es que la izquierda española es de las más indigentes intelectualmente hablando de la His­toria Universal.

No hay un solo aporte doctrinal serio a diferencia de lo que encontramos en Alemania, Gran Bretaña o Francia. ¡Si el texto más im­portante de izquierdas publica­do en los últimos cuarenta años es el libro ecologista de Juan Costa!

En los primeros años de la democracia semejante raqui­tismo quedó oculto por el pendulazo posterior al franquismo y porque, huérfanos de mitos, muchos españoles necesitaban creer en uno nuevo.

Pero el tinglado de la antigua farsa se desplomó pronto.

El PSOE de Felipe González sólo tenía pa­ra ofrecer el continuar lo que había hecho la derecha fran­quista y de la UCD, es decir, la integración en Europa y la mo­dernización.

Hasta eso lo hizo mal y llegó a tener casi un 25% de parados y un grado de co­rrupción incomparable.

El mu­ro de Berlín se desplomó y de­jó al descubierto las vergüen­zas del socialismo y el PP ganó dos elecciones seguidas.

Cuando el 11-M catapultó a Zapatero a La Moncloa, Espa­ña se vio condenada a perder en unos años lo que había cos­tado lograr décadas porque la izquierda no se había renovado.

Acabada la demagogia de los matrimonios homosexua­les y los feminismos desoreja­dos, sólo tenía -y tiene- para ofrecer más corrupción y más miseria en todos los sentidos del término.

Entonces, en­frentada con su paupérrima realidad, la izquierda -como los nacionalismos- ha descu­bierto que no puede vivir sin Franco.

Desde luego es para reflexionar que el SDP ale­mán haya sobrevivido décadas sin tener que agitar el espectro de Hitler y aquí la izquierda no pueda dar un paso sin re­memorar a un general que fa­lleció hace más de tres déca­das.

Decía José Sacristán en una de las películas de José Luis Garci que compusieron el tríp­tico de la Transición aquello de «no podemos pasarnos otros cuarenta años hablando de los cuarenta años».

En buena medida, es lógico porque las izquierdas españo­las, para nuestra desgracia, son seniles sin haber salido de la adolescencia; son ignoran­tes y ayunas de lecturas, y son vagas e incompetentes.

Seme­jantes circunstancias quizá podríamos contemplarlas con indulgencia si se dieran en el hijo tonto de un buen amigo, pero al frente de la nación só­lo pueden inspirar desazón.

Y es que, en su indescriptible y autosatisfecha inanidad, sin Franco no son nada.


J. M. N. Dos Hermanas. Se­villa.


Se puede decir más alto pero más claro, no.



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