24 mayo 2010

No se quiere enterar...

El pequeño andaluz transmutado en nacionalista catalán ha venido a obligarnos a despilfarrar una pasta, para hacernos comulgar con las ruedas de su molino...
Y se le consiente esa impostura porque el que tenía que pararle los pies, no puede hacerlo por su ligereza al asumir "cualquier estatuto que apruebe el parlament" y temer más que a una vara verde que el PSC se escinda de la pesoe y lo pongan de patitas en la calle.

En cualquier lugar a esto último se le llamaría dejarse chantajear.Pues bien ya que estamos en tiempo de crisis, habría que meterle mano al sistema de representación y eliminar de un plumazo el órgano más inútil de todos: El Senado. No sirve para nada y tiene un presupuesto astronómico.
Y a estas autonomías separatistas, desleales e insolidarias, quitarle las competencias en las que despilfarran los presupuestos.
Así no tendríamos que pagar el bochornoso despilfarro de traductores en el lugar en el que todos conocen la lengua franca: el Español.

2 comentarios:

CHEFO dijo...

Si me permites Zote, voy a reproducir el artículo de Ussía en La Razón, de hoy 26 de mayo. Es que viene a cuento.

Más de cuatrocientos millones de seres humanos hablan el español en el mundo. Un californiano y un argentino se entienden en el mismo idioma. Eso es la cultura. Un español sea vasco, catalán, castellano, gallego o andaluz, encuentra su idioma común en los labios de los indígenas de la isla de Pascua, ese pedazo de Chile desprendido que navega en la inmensa soledad del Pacífico. Colombia discute –con la razón–, con Venezuela –la sinrazón–, en español. Los presos de Cuba lloran en español por lo que España no hace por ellos. No hay lugar en el mundo, por escondido que se halle, en el que no pueda oírse una palabra en español. Y en España, con esta clase política rotundamente gilipollas que tenemos, nos gastamos el dinero en traductores para que, en el Senado, un andaluz le hable en catalán a otro andaluz, y un vasco en vascuence a un castellano, y un gallego en gallego a un montañés, cuando todos hablan y entienden a la perfección el español. No somos un desastre. Somos un disparate. Lo preocupante es que los políticos no anunciaron a los ciudadanos, los emisores de los votos, sus ridículas intenciones. Y la ruptura entre la sociedad y una amplia mayoría de sus representantes es absoluta. No por mentirosos, no por corruptos, no por meramente inútiles, sino por imbéciles. Las cámaras autonómicas están para hablar en la lengua local y la común. En el Congreso y el Senado no puede usarse otro idioma que el español. Imbéciles los que pidieron el uso de las lenguas autonómicas en el Senado, y más imbéciles aún los que tragaron con la petición. No cabe en cabeza humana tamaña majadería. Todos se entienden y se traducen. En España, cuna del español, no se habla español. Pongámonos en la piel de los nacionalistas e independentistas más radicales. ¿Qué idioma usan para viajar fuera de España? ¿Qué idioma usan para hacer sus negocios fuera de España? ¿Qué idioma usan para viajar y hacer sus negocios por España? El catalán es un idioma vivo, formidable y local. Es práctico tan sólo en Cataluña. El vascuence es la unión de distintos dialectos enfrentados por las montañas, y cuyo dominio está fuera del alcance de muchos dirigentes nacionalistas. Es relativamente práctico sólo en Guipúzcoa, Vizcaya, Álava y la zona vascohablante de Navarra. No se puede añadir el País vasco-francés porque no existe. Los franceses nunca han reconocido un departamento vasco. Y el gallego, como el valenciano, como el murciano, como el bable, como el guanche, y como el mallorquín, entra en el saco de las lenguas locales. Todos ellos, los que hablan el idioma de sus raíces maternas y mantienen la tradición y la riqueza cultural de sus palabras, hablan también el español. Son españoles y es lógico que se entiendan. Y sólo en España, los políticos menosprecian el idioma común, no común solamente con los españoles, sino con cuatrocientos millones de personas esparcidas por el mundo, América principalmente. Y ese disparate, es consecuencia directa de la necedad imperante en la clase política española, que siente complejo hasta de su idioma, el español. Como si Franco lo hubiera inventado, que algunos lo creen así, porque además de la estupidez colectiva, el mayor defecto de España es la ignorancia, la incultura y la brutalidad mental.
Lo que ha protagonizado Montilla en el Senado no merece otro calificativo que el de gilipollez compartida. Nación de locos.

ZotePé dijo...

Pues sí, amigo, lo suscribo de la cruz a la fecha.

Saludos