¿Quién me iba a decir que sería profético?
En un brevísimo lapso de tiempo hemos pasado de la prosperidad y el superávit al paro y al déficit por obra y gracia del peor presidente de la historia.
Y lo que es peor, a una descomposición social tan intensa que nos aboca a la pérdida de la identidad nacional y la soberanía.

Y todo gracias a los once millones de "listos de los cojones" que lo votaron y a las sanguijuelas nacionalistas que lo sostienen.
Este es el verdadero cáncer de nuestra sociedad y el principal obstáculo para la recuperación.
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