04 abril 2009

A las ratas no les gusta la higiene.

Ayer, en el inicio de la novena legislatura del parlamento vasco, el Peneuve brilló por su ausencia. Dicen hoy en la prensa que fue un desplante a la mayoría constitucionalista. Nada más lejos de la realidad: es el conmportamiento pueril de una patulea de ilumnados, muchos de ellos filoetarras, acostumbrados durante años a expender el título de buen vasco; o de malo. Y si no eres nacionalista, no eres vasco. Mas bien parece que les repugna la higiene; la higiene democrática que sanea los vicios de los gobernantes gracias a la alternancia en el poder. Pero claro, eso vale solo para los demócratas, los que creen poseer el derecho al gobierno por herencia de divina de imaginarios ancestros que se les deben aparecer por la noche, en sueños, para legitimar sus fantasías, para esos la democracia es una farsa. Viven mejor con la dictadura, a ser posible con la de las pistolas de sus chicos de la gasolina. En el parlamento vasco ha entrado una bocanada de aire limpio, de esperanza, de futuro. La ausencia de los nacionalistas no se puede interpretar con el dicho de que las ratas huyen del barco que se hunde, aquí de lo que huyen es de la higiene; de la higiene que se avecina para limpiar la basura en la que han convertido al pais vasco treinta años de nacionalismo sustentado por los terroristas.
Enhorabuena a los valientes que le han plantado cara a los terroristas y a los que los apoyan, como ese cabezolón que dijo ayer que el parlamento no representa a todos los vascos. Si se refire a los etarras, él parece hacer perfectamente ese papel.

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